Diez tipos de clientes que los abogados odian

Ranking de los diez tipos de clientes que los abogados odian

El acaparador, el letrado frustrado, el paranoico…Este es el ranking con los diez tipos de clientes que los abogados odian ¿Crees que tú estás en él?

diez tipos de clientes que los abogados odian

A los efectos de este artículo vamos a individualizar diez tipos de clientes que los abogados odian, si bien buena parte de las categorías que vamos a ver suelen derivar de un hecho irrefutable: el tiempo y atención que cree merecer cada cliente haría inviable para un letrado gestionar una cartera mínimamente rentable. Tengo un compañero que suele decir que en cierta medida la abogacía es como la poligamia: el abogado ha de convencer a cada cónyuge de que es la más importante.

Y luego, claro está, cada persona es de su padre y de su madre, y tiene una forma específica de relacionarse con los demás, sobre todo cuando la relación es con el presunto encargado de solucionar sus problemas. Sin ánimo de ser excluyente ni especialmente riguroso, estos serían los diez tipos de clientes que los abogados odian (odiamos):

  1. El cliente de barra: Este tipo de cliente posiblemente quiera que le resuelvas su problemática jurídica, pero por encima de todas las cosas lo que quiere es ponerte al tanto de todos los avatares de su vida. Resulta especialmente peligroso si viene a encargarte un divorcio contencioso, porque el amigo considerará necesario explicarte con pelos y señales hasta los más nimios detalles de sus sinsabores conyugales, escenitas de fin de año incluidas. No concibe el concepto «visita breve», y es uno de los máximos responsables de que se haga difícil ver a un abogado cenar a sus horas.
  2. El cliente corleone: Suele confundir los términos «ganar el juicio» y «destrozar al contrario». Nunca aceptará un acuerdo extrajudicial, y puede incluso llegar a dar por buena una sentencia no del todo favorable si a cambio consigue convertir la vida de la contraparte en un infierno.
  3. El letrado frustrado: Es uno de los diez tipos de clientes que los abogados odian que aparece en todas las quinielas. El mamífero en cuestión, antes de empezar el relato de la consulta, considera imprescindible explicarnos que estuvo a punto de estudiar derecho, pero que por avatares de la vida a todas luces injustos ha acabado de reponedor o de auxiliar de callista, lo cual no obsta para que tenga unos conocimientos sobre el asunto que nos va a encargar que limitan nuestra intervención en éste a la inclusión de nuestra firma y título en la demanda.
  4. El perdonavidas: Primo hermano del anterior, este tipo de cliente antes de tomar asiento ya nos ha soltado una ristra abrumadora de abogados amigos suyos, todos primeros espadas a los que no quiere molestar con una menudencia como la que le trae a nuestra humilde morada.
  5. El psicópata: Se trata de un elemento que vive en una realidad paralela, y que es capaz de confesar sin ningún tipo de rubor haber cometido los actos más reprobables sin mostrar ni el más mínimo atisbo de pudor y -lo que es peor- sin querer entender que esos actos le conllevarán unas consecuencias jurídicas. Posiblemente el abogado deba invertir más tiempo en explicarle que su tema tiene menos posibilidades que un salmonete en el desierto que en defenderle propiamente.
  6. El cliente detallista: Paradójicamente, suele vestir bien y alardear de gustos caros, pero a la hora de hablar de honorarios es capaz de soltarnos con un desparpajo digno de mejor causa algo así como un «si al final me sales bien, tendre un detalle contigo»
  7. El desconfiado: Otro que por derecho propio merece estar en el top de los diez tipos de clientes que los abogados odian. Antes de encargarnos su tema no tendrá reparo alguno en investigarnos, someternos a un examen para ver si nos elije como abogado, escrutar la hoja de encargo como si en la misma nos cediera a su primogénito en fideicoimiso, y por supuesto corroborar en el juzgado competente que el escrito que le hemos asegurado haber interpuesto realmente se ha interpuesto. Si pierdes un tema con un sujeto de estos eres abogado muerto, porque te hará responsable de cualquier resultado distinto a una sentencia plenamente estimatoria.
  8. El indeciso: Típicamente suele tratarse de un proyecto de cliente varón que aparece un día por nuestra consulta diciendo que tiene pensado hablar con su mujer para poner punto y final a su matrimonio. Viene equipado con una libretita en la que trae apuntadas docenas de preguntas de lo más pintorescas («¿es posible dotar al perro de un régimen de visitas?»). Paga -eso sí- religiosamente su consulta y se va prometiendo volver para encargarnos el asunto. Cumple con la primera parte de la afirmación y su libreta y él regresan cuatro o cinco veces más, hasta que finalmente es la mujer la que le plantea el divorcio y  tras acudir a la consulta de otro compañero a firmar un convenio regulador totalmente leonino aún le quedan ánimos y vergüenza para volverse a pasar por nuestro despacho para que le confirmemos que -efectivamente- ha metido la pata, extremo éste que apunta con diligencia en su libretita.
  9. El cliente relevista: Tiene una habilidad inexplicable para pelearse con todos los abogados que le representan, de tal suerte que te suele traer un expediente de dimensiones considerables en el que como en las carreras de relevos o en la novela de Frankenstein cada parte la ha llevado un letrado según su propio y leal saber y entender. Y por si aún no habías decidido ya a estas alturas rechazar el asunto antes de contribuir al desaguisado, el cliente suele rematar la faena espetando algo así como «espero que usted no se venda, como los que le han precedido»
  10. El cliente mamá: Como si de una progenitora preocupada se tratase, este tipo de clientes es incapaz de conciliar el sueño si a lo largo del día no ha conseguido contactar con nosotros para preguntar cómo va su tema. Es de la opinión de que cuanto más patente sea su aliento en nuestro cogote más rápido irá su asunto, y en consecuencia si un día, por lo que sea, no podemos devolverle la llamada, no dudará en presentarse preocupado en nuestro despacho exigiendo ser atendido sin demora.
  11. (Bonus track) El cliente visionario: Es el típico que tal como llega te suelta: «sepa usted que este tema está ganado» para acto seguido tratar de endosarte un asunto que no hay por dónde cogerlo. Es inútil tratar de convencerle de que su encargo no tiene ninguna posibilidad de prosperar (de hecho, probablemente seas el duodécimo letrado que le ha tratado de explicar infructuosamente lo mismo que estás intentando explicarle tú). Y cuando recurres a la única vía que se te ocurre para rechazar el expediente sin herir sus sentimientos, esto es, pedirle una provisión de fondos desmesuradamente alta, el tipo  sin inmutarse acerca su cabeza a la tuya y te dice: «haré algo mejor: cuando ganemos le daré la mitad de lo que saquemos».

Y en esencia estos son los diez tipos de clientes que los abogados odian. Sin duda hay más categorías, pero esta tarde me ha tocado atender a un «cliente de barra» y no me ha dejado fuerzas ni tiempo para nada más.

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