cómo vestir en un juicio

Cómo vestir en un juicio, los cinco consejos más importantes

En el juzgado las apariencias sí importan, y pueden incluso hacer variar una sentencia. Siga estos consejos sobre cómo vestir en un juicio y evite problemas

 

Sea porque le han citado como parte implicada o como testigo es importante saber cómo vestir en un juicio, a fin de evitar que el juez se lleve una opinión distorsionada de nosotros mismos que pueda acabar, incluso, con el dictado de una sentencia contraria a nuestros intereses.

Y es que nos enfrentamos a una verdad incuestionable: los jueces también se dejan llevar por las apariencias, aunque sea de manera inconsciente. Por lo tanto, es más probable que por ejemplo condenen a una persona que por su atuendo y pose corporal parece culpable, y de ahí que en los juicios de postín y en alguno que habremos visto en la televisión observemos cómo por consejo de su abogado los litigantes suelen vestir con cierta elegancia, no siendo extraño que personas imputadas por delitos horrendos sufran una importante transformación cuando acuden a juicio respecto del momento de la detención.

Según un reciente estudio del centro de investigaciones sociológicas, de la información que los seres humanos retenemos de una conversación sólo un 18 por ciento nos viene dada por el contenido de esta, y el resto la extraemos de información no verbal. Esto es, a la hora de la verdad influye más quién nos lo dice, cómo nos lo dice, cómo es quien -y como viste- quien nos lo dice, que lo que nos dicen.

Imaginen, por lo tanto, la importancia de «revestir» nuestra declaración en una sala de vistas con la adecuada información no verbal

Aquí va, pues, una serie de consejos sobre cómo vestir en un juicio que realmente funcionan:

¿Cuál es el adecuado color de ropa para ir a un juicio?

Los colores, así como los diseños y texturas de nuestra vestimenta, dicen mucho de nuestro estado de ánimo. Por ello no nos vestimos igual cuando queremos seducir que cuando queremos no desentonar en un evento elegancia o meramente cuando deseamos pasar desapercibidos.

Por eso, aplicaremos al tema del color de nuestra ropa la misma premisa que al resto de consejos sobre cómo vestir en un juicio o audiencia que utilizaremos para el resto de consejos. Y esa premisa es: ¿qué queremos conseguir con nuestra intervención en un juicio?

Por ejemplo: si hemos de defender nuestra inocencia una buena opción es usar tonos blancos, que es un color que transmite pureza.

En cambio, si el buen término de nuestro juicio depende de que el juez crea nuestra versión, una buena idea sería elegir colores azules, que inspiran confianza.

Si nos interesa pasar inadvertidos, porque por ejemplo las pruebas contra nosotros son sólidas (o al revés, porque el asunto está tan bien encaminado que solo podemos estropearlo), podemos optar por tonos grises o marrones, que aúnan a la confianza un plus de discreción.

Si dentro del proceso judicial estamos encuadrados en el papel de víctimas, o el procedimiento trata sobre un hecho luctuoso (un homicidio imprudente, por ejemplo), lo lógico es usar el negro, pero siempre en combinación con otros colores sobrios, tratando de combinar respeto sin ser ventajistas.

En la medida de lo posible, eviten los tonos chillones. El rojo, naranja y el amarillo, descartados. Tampoco es buena idea tirar de estampados. Los colores, en la medida de lo posible, sólidos.

Cómo vestir en un juicio: Descubriendo mi papel

Este consejo está extraído del artículo que escribimos en su día con diez consejos para no perder el juicio, y del mismo se derivan en buena parte los demás.

Se trata en esencia de resumir nuestro rol en el juicio con una docena de palabras.

Por ejemplo, si mi papel en el juicio es el de un ama de casa de mediana edad sin trabajo al que su marido ha abandonado y dejado en una situación económica precaria, deberé adaptar mi vestimenta a mi rol. Por lo tanto, prohibido acudir al juicio ataviada con joyas y vestidos de diseño.

O bien, si acudo al tribunal porque he denunciado a mi jefe por supuesto acoso sexual, lo que no deberé hacer nunca es presentarme al juicio con el vestido más escotado de que disponga.

Se trata, como comprenderán, de que lo que queremos explicarse al juez sea coherente con nuestra vestimenta. Más de una vez he visto a su señoría cabecear incrédulo cuando un elemento con una camiseta exigua que dejaba tanto los músculos como los tatuajes al aire intentaba convencerlo de que él no había participado en ninguna pelea. Posiblemente fuera verdad, pero no lo parecía.

¿Para quién me visto?

Desde luego, no para el contrario. Y aquí quiero hacer un llamamiento a los litigantes de divorcio y guarda y custodia: el juzgado no es el lugar más adecuado para demostrarle a su ex lo que se ha perdido (en forma de vestidos de noche, camisetas que realzan los músculos, o incluso nuevo novio colgado del brazo) ni para reconquistarle dejando a la vista más piel de la que el decoro de estos actos aconsejan.

Nada hay más triste que intentar debatir a cuál de los progenitores hay que otorgar la custodia de un menor, si cuando uno mira en la primera fila tras el estrado los litigantes parecen sacados de la antesala de un night-club. Y ya no digo si hay que pedir pensiones en base a una supuesta carestía de ingresos de una de las partes, la cual ha decidido estrenar ropa de marca para la ocasión.

De nuevo, como en el anterior consejo: sentido común.

No se disfrace

Tenga una máxima por encima de todo: una cosa es que siga nuestros consejos sobre cómo vestir en un juicio, pero adáptelos a su propia manera de vestir.

Si traspasa ese punto pasará como con determinadas bodas, en las que desde fuera se ven personas que en la vida han llevado ese tipo de ropas, y que en lugar de parecer elegantes se hacen difíciles de mirar.

Esto es, si por ejemplo nunca se ha puesto corbata y chaqueta y considera que ha de dar una imagen formal, limítese a ponerse una camisa que no sea estridente ni de una talla distinta a la suya.

La esencia del consejo es la que ya he tratado de transmitirles: si el juez detecta que nuestra forma habitual de vestir no tiene nada que ver con la que utilizamos para acudir a su sala, fácilmente su subconsciente asociará esta modificación a la voluntad de engañarlo. Y esta idea es fácil que se extrapole a nuestra declaración y por ende a la sentencia.

Yo siempre respondo, cuando el cliente me pide que le sea concreto sobre la ropa que ha de llevar: vístete como le gustaría a tu madre que vistieras normalmente. Suele funcionar, salvo con algunas madres….

Ante la duda, camuflaje

De media, los jueces tardan unos veinte días a contar desde la fecha en que se celebra la vista oral para ponerse a redactar la sentencia.

Dicho de otra manera, cuando el juez está decidiendo sobre el juicio que le afecta a usted han pasado tres semanas en las cuales habrá celebrado casi un centenar de juicios más. Esto implica que seguramente el juez no se acuerde de su fisonomía cuando dicte sentencia.

Y esto me lleva a la siguiente conclusión: salvo que esté usted seguro/a de que su atuendo es necesario para conseguir variar la sentencia, limítese a ir vestido dentro de los márgenes de la decencia, el decoro y el buen gusto, a fin de que nada en su apariencia chirríe tanto que el magistrado le recuerde pasado el tiempo.

Cómo vestir en un juicio [bonus track]: Los complementos

No estaría completo un artículo sobre cómo vestir en un juicio si nos olvidáramos de los complementos.

Y dejen que se lo diga con total claridad: los jueces detestan los complementos, sobre todo algunos.

Así, evite llevar gafas de sol, bolsos demasiado grandes, teléfonos móviles, joyería ostentosa, uñas extralargas y en definitiva cualquier cosa o adminículo que dificulte el contacto visual entre usted y el juzgador.

Apague el móvil antes de entrar, o déjeselo fuera a un familiar, retire sus gafas ahumadas de la vista, compruebe que no está masticando chicle, no se suba a unos tacones demasiado estruendosos, y ya de paso no se derrumbe en el banco del juzgado, no cruce las piernas ni los brazos cuando le pregunten, no hable cuando no le preguntan ni gesticule demasiado. Recuerde que no sólo su ropa explica cosas de usted.

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